Intento ir todos los años a celebrar la Noche de San Juan a las Vistillas, aquí, en Madrid. Este año no podía ser de otra manera y allí me encontré con buenos amigos.
Mientras echábamos unas risas, los vecinos indúes hacian su agosto vendiendo cerveza, que iba bien arropada en carros de la compra. La economía sumergida en estos días festivos, emerge y aparece. La situación era la siguiente: estabas hablando con alguien y en el momento más algido de la conversacion pasaba un indú o un oriental diciendo ... "sexy sarvesa" ; estabas saltando en la hoguera y viendo como lo hacía la gente y entonces pasaban otra vez entrando en plano diciendo ... "sexy sarvesa".
Nadie que no estuvo allí se puede hacer idea de la cantidad de gente que había vendiendo agua marrón. Hubo una franja de 1/2 minuto, que si no pasaron 7 vendiendo, no pasó ninguno. Y para que hablar de como quedó el parque después de tanta cerveza bebida entre otros recipientes de otras marcas y refrescos que no voy a nombrar.
Entre cerveza y cerveza no comprada, salté la hoguera cinco veces, hice el ritual de los deseos y de las cosas que quiero quemar ... esta vez más concienzudamente que nunca.
Lo que no quiero en mi vida lo tengo claro, pero lo que quiero , ahora más que nunca, también lo tengo muy claro.
Ah !!! la cerveza sigue sin gustarme mucho. He dicho.
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